www.notivida.com.ar

Efectos del Control del Crecimiento de la Población

Fundación Chile unido

Resumen

Desde hace ya bastantes años se viene hablando que el control del crecimiento de la población es una política indispensable para asegurar la supervivencia de los seres humanos en la Tierra. De no llevarse a cabo, se sostiene, los alimentos, el agua, la naturaleza, etc. no serán suficientes para que la población pueda subsistir, lo que ha dado lugar, a través de los años, a teorías catastrofistas sobre este tema, que sistemáticamente han ido fallando.          

Las diferentes teorías controlistas del crecimiento poblacional terminan avalando todos los métodos de control demográfico, incluidos por supuesto el aborto en toda circunstancia, la eutanasia, la eugenesia, etc., sin considerar los efectos negativos que actualmente está sufriendo el mundo por la aplicación de estas políticas

Paradójicamente, Europa y parte de Asia están enfrentando en la actualidad un problema serio de disminución de su población, producto de la aplicación prolongada de políticas de control de natalidad, con lo que ya no cuentan con generaciones de recambio. Esto ha producido un envejecimiento de sus habitantes, con carencia de mano de obra y recursos suficientes para hacer frente a las pensiones y sistema de salud de los jubilados.

Sin embargo, a pesar de existir esta realidad de falta de población en algunos continentes, los organismos internacionales, principalmente Naciones Unidas, insisten en sus políticas de control demográfico, sumado ahora a aquéllas de migración selectiva, que provocarán inevitablemente en xenofobia, racismo, nacionalismo, etc.

Introducción

La sobrepoblación mundial es un tema que ha preocupado desde hace bastante tiempo a economistas, demógrafos y políticos, y más recientemente a ambientalistas y a las Naciones Unidas. Efectivamente, desde fines del siglo XVIII con el famoso libro “Un ensayo sobre el principio de la población” de Thomas Malthus (publicado por primera vez en 1798), se venía señalando que si la población mundial seguía creciendo en la forma en que lo estaba haciendo los alimentos que producía la tierra no alcanzarían para alimentar a la población, con lo que resultaba indispensable ejercer un control del crecimiento poblacional. Sin embargo, esta teoría precisamente se planteó en una época en que la expansión agrícola fue de las más grandes que se hayan dado en la historia de la humanidad, lo que vino a echar por tierra su tesis de la falta de alimentos.

Malthus fue sólo el precursor de esta teoría, que continuó con diferentes seguidores a través del tiempo. Ya en este siglo, el entomólogo Paul Ehrlich, en su libro “La Bomba de la Población” publicado en 1968, señaló que “la batalla para alimentar a toda la humanidad se acabó. En la década de los ‘70 la humanidad enfrentará hambrunas, cientos de millones de habitantes morirán de hambre a pesar de cualquier programa que se ponga en marcha ahora”. Dos años después señaló que “65 millones de americanos y otras 4 billones de personas morirán de hambre en la Gran Mortandad entre 1980 y 1989”.

No sólo se habló de falta de alimentos. También se apuntó hacia la escasez de otro tipo de productos, como minerales,  combustibles fósiles y lugares para depositar nuestros desechos. Más recientemente, los neomalthusianos han mostrado su preocupación porque la humanidad está agotando al biodiversidad, el agua fresca, la tierra arable y los recursos marinos, por señalar algunas de las nuevas catástrofes que vendrán en el futuro, ya que las anteriores predicciones fallaron completamente.

Todas las teorías previamente explicadas sirven de fundamento no sólo a ambientalistas  que luchan por un control de la población utilizando cualquier método como válido –el aborto, la eutanasia, la eugenesia, etc.–, sino que además han sido justificantes permanente de quienes promueven el control de la población más allá de cualquier preocupación ambientalista, procurando legalizar el aborto en todos los países y pretendiendo que son indispensables los métodos artificiales de control de natalidad para evitar el nacimiento de nuevas personas. Incluso estos nuevos precursores de teorías controlistas llegan a señalar que no deben aplicarse medidas de “controles de la mortalidad”, como prevención de muerte por diarreas infantiles, ya que ello contribuye naturalmente a disminuir la población.

Datos específicos  que demuestran el fracaso de estas tesis

Si se analizan las cifras mundiales tanto de producción de minerales como de tierra cultivable y arable por habitante, se observa claramente que las predicciones acerca de la escasez de alimentos y combustibles, no consideraron la capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos del crecimiento de la población. La tecnología que hoy día posibilita un mejor aprovechamiento de las tierras y de al extracción de minerales, los cultivos hidropónicos, los alimentos transgénicos, la nueva energía como la solar, la inventiva humana para obtener agua de la camanchaca o del mar, etc., permiten que el hombre vaya superando estas dificultades que el desarrollo y el progreso le van poniendo por delante, elemento fundamental que las teorías malthusianas no consideran, incurriendo con ello en una gran debilidad teórica.

Para citar algunos ejemplos, se pueden comparar las reservas minerales mundiales entre 1950 y 1970, precisamente porque las Naciones Unidas, a  través de la Conferencia para la Conservación de los Recursos de 1968, había predicho que para 1975 se habrían agotado las reservas de zinc, plomo, cromo y cobre del mundo, situación que hoy es inversa.

Reserva de minerales en el mundo (miles de toneladas)

Mineral

año 1950

año 1970

Aumento

Estaño

6.000

6.600

10%

Manganeso

500.000

635.000

27%

Zinc

70.000

113.000

61%

Plomo

40.000

86.000

115%

Cobre

100.000

279.000

178%

Petróleo

75.000

455.000.000

507%

Hierro

19.000.000

252.000.000

1.221%

 

En cuanto a la población y tierra cultivada, se observa en el gráfico que precisamente países densamente poblados, con baja cantidad de tierra cultivada per cápita, son países de alto desarrollo y crecimiento económico, y a la inversa, países con mucha tierra disponible y baja densidad poblacional, presentan altos índices de pobreza.

La pobreza y el control de la población

Un argumento muy utilizado para justificar el control demográfico es que los países son pobres porque tienen mucha población y, por ende, los recursos de que disponen no son suficientes para que salgan de la pobreza. Este argumento ha justificado políticas de fertilización masiva de mujeres en Africa, incluso sin consultarles, ha llevado a la famosa política de un solo hijo en China (cuyos efectos se analizan más adelante), y a la implementación de programas de educación sexual basados en el reparto masivo de preservativos en los colegios de diversas partes del mundo, sin considerar sus efectos.

Sin embargo, resulta fundamental desmistificar este argumento de mayor población–mayor pobreza. Los diversos estudios que se han realizado no han podido demostrar una relación de causa-efecto en este tema. Así, hay países que se han empobrecido junto con un aumento de su población y otros que, por el contrario, se han enriquecido. A modo de ejemplo, países como Taiwan, Japón y Corea, que tienen una densidad poblacional entre 150 y 200 veces superior a Somalía, presentan un ingreso percápita de entre 200 y 500 veces más que dicho país.

Por otra parte, las regiones más pobladas no son las más pobres. Por ejemplo, Hong Kong, Taipei, Tokio y Manhattan, con altísima densidad poblacional, presentan los más altos estándares de vida para sus habitantes .

Ha quedado demostrado que la pobreza no va asociada al crecimiento poblacional sino que dice relación precisamente con falta de oportunidades para que su gente pueda progresar, bajo nivel de escolaridad, ausencia de democracia en sus países, (normalmente gobiernos de tiranía prolongados en el tiempo), falta de una prensa libre que puede denunciar los abusos de poder, ausencia de instituciones sociales básicas, etc.

Razones de los que promueven el control demográfico.

Las razones que se explicitan como argumentos a favor del control de la población, principalmente para los países en vías de desarrollo o del llamado tercer mundo, son la pobreza que ellos presentan, el cuidado del medio ambiente y los llamados derechos reproductivos de las mujeres. Sin embargo, se pueden señalar algunas razones más de fondo y que apelan más bien a intereses económicos o razones de poder que llevan a los países desarrollados a querer controlar la población de los en vías de desarrollo.

En primer lugar, el deseo de continuar ostentando el poder económico. Ya en los años ‘70 el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió el documento “Informe Kissinger”, en el que se indicaba que “los intereses económicos de ese país  exigían el control demográfico de los países menos desarrollados. El temor a un agotamiento de las materias primas en esos países, a causa del crecimiento poblacional descontrolado, era una de las razones esgrimidas”[1]

Por otra parte, se señala como otra razón para impulsar estas políticas el deseo de poder, principalmente el poder ideológico, es decir, imponer una forma de pensar, de ver la vida y de dirigir a un pueblo, por aquellas naciones más poderosas. En el mencionado informe Kissinger se señaló también que un crecimiento desmedido de la población en los países en desarrollo podría constituirse en una tentación de rebeldía contra los países ricos.

Finalmente, no puede dejar de mencionarse que la ideología feminista que ha imperado mayoritariamente en los organismos de las Naciones Unidas, busca imponer una concepción de la sociedad y de la mujer bastante egocéntrica, donde el derecho de la mujer sobre su cuerpo supone la legalización del aborto en todo el mundo. Ello forma parte de una lucha para eliminar una supuesta discriminación femenina en materia sexual, con lo que la persona humana queda reducida a una expresión corpórea, y no a un ser integrado, de cuerpo y espíritu, con libertad y responsabilidad para con el hombre, y la sociedad.

Esta concepción es la que inspira las diferentes cumbres mundiales de la mujer, de población, de medio ambiente, etc., en las que se terminan imponiendo acuerdos y políticas públicas a los países menos desarrollados.

Efectos del control demográfico para el Mundo

Hoy día el mundo está experimentando las consecuencias y efectos de años de aplicación de estas políticas de control de la población. Los países desarrollados experimentan actualmente serios problemas de bajas tasas de natalidad, altos índices de abortos y envejecimiento de su población, lo que no les permite tener generaciones de recambio. En otras palabras, los jóvenes serán  menos que los ancianos, con las consecuencias que ello trae tanto para la mano de obra como para el pago de las pensiones y beneficios sociales para la tercera edad.

En Europa se está sufriendo fuertemente este fenómeno de la despoblación y envejecimiento de su gente. En 1975 la edad promedio en el mundo era de 22 años, para el 2050 este promedio será de 38 años. En 1900 Europa concentraba el 25% de la población mundial, las proyecciones para el 2050 son de que este continente tendrá sólo el 7% de la población del mundo.

Casos como los de España e Italia son preocupantes. Las mujeres españolas tienen hoy día un promedio de 1,07 hijos, siendo que el mínimo que se necesita para tener generaciones de recambio es de 2,1 hijos promedio. La mayoría de los países europeos ya no se están reemplazando a sí mismos demográficamente. Según las Naciones Unidas, 61 países (incluida toda Europa) tienen una tasa de natalidad inferior a la de recambio, cifra que llegará a 80 países el año 2001.

El promedio de hijos en Europa Occidental es de 1,6 por mujer, tasa que incluso es menor en Europa del Este, principalmente los países del ex bloque comunista donde la tasa de fertilidad es de 1,3 hijos promedio.

Por su parte, la población italiana disminuirá en un 28% para el año 2050, y si a eso se suma que para el año 2005 la tercera parte de la población europea estará cobrando sus pensiones, nos encontramos frente a una situación bastante compleja. Más aun cuando es el Estado quien debe asumir esta carga, es decir, los contribuyentes europeos deberán solventar estas pensiones, así como los sistemas de salud y cuidado de los ancianos que ya no cuentan con familiares que se hagan cargo de ellos, debiendo asumir esta responsabilidad el Estado.

Un caso paradigmático es el de la República Popular China, que hace un tiempo inició una política de un solo hijo por familia, castigando a quienes tuvieran más hijos, hecho que produjo diversos efectos. En primer lugar, este control fue efectivo sólo en las zonas de Pekín, donde existía un mayor control, por ello la población urbana ha sido la que efectivamente disminuye y la rural ha seguido creciendo. Por otra parte, dado que se privilegiaban los hijos hombres, se ha producido una gran cantidad de abortos de mujeres, incluso infanticidios de niñas de 2 y 3 años cuando su madre quedaba embarazada de un varón. Esto está produciendo desproporción importante de niños hombre versus mujeres, con las consecuencias lógicas que ello tendrá en el futuro. Un estudio demostró que en 1995 había 36,8 millones más de varones que de mujeres en China, estimaciones que otros elevan a 66 millones.

Esta serie de efectos que está teniendo la política mundial de control demográfico ha llevado a las Naciones Unidas a proponer políticas de migración selectiva, es decir, permitir que en algunos países crezca más la población para “ofrecerle” mano de obra a los países que enfrentan problemas de despoblación.

Esta nueva aberración de los organismos internacionales, de querer controlar ahora el crecimiento selectivo de la población, nos llevará ya no sólo a controles de natalidad, sino que a prácticas eutanásicas y eugenésicas, de manera de no tener que cargar con los “altos costos proporcionales” que les significan los ancianos o niños enfermos, versus adultos mayores o ancianos sanos que deben igualmente financiar  sus pensiones y salud.

Conclusión

No puede dejar de asombrar que hoy día Naciones Unidas esté preocupada por la falta de población que existe en algunos países cuando durante años promovió prácticas de control de natalidad masivas, haciéndose eco y vocera de las teorías malthusianas y sus posteriores seguidores, sin considerar las capacidades humanas para sobreponerse a las dificultades, es decir, su inventiva e ingenio.

Sin embargo, en vez de  reconocer que todas las predicciones fallaron, que las teorías catastrofistas no ocurrieron y que las políticas demográficas han tenido efectos perversos, insiste en controlar desde los Estados más poderosos y las instancias internacionales el crecimiento, ahora selectivo de la población, con las consecuencias negativas que ello traerá desde el punto de vista del racismo, la xenofobia, la eutanasia, etc.

Ronald Bailey, “La Explosión del Progreso: Permanentemente se aleja de la Trampa Malthusiana”.

Maurice King, Lancet, “Health is a sustainable state”, 1990. Citado en Op. Cit. 1.

 José Murri, “El mito de la superpoblación”, ACI Digital, Por La Vida. Mendoza, Argentina. Marzo 2000.

José Murri, op. cit.

José Murri, op. cit.

 Ronald Bailey, op. cit.

 Adolfo J. Castañeda, “La Mentira de la Sobrepoblación: la seudociencia y los tontos útiles al servicio de la ideología anti-vida”.

 Adolfo J. Castañeda, op. cit..

 Adolfo J. Castañeda, op. cit.

 Zenit. Agencia de Noticias. Semana Internacional, sábado 6 de mayo. Citando a los periódicos Chicago Tribune y Washington Post.

Fuente: Corriente de opinión, Mayo 2000,Nº 25